SIN DESPLUMARSE, SIN INSTINTO GOLICIDA, EBRIOS DE CLIPPER DE FRESA

  • UD LAS PALMAS 0-0 ESPANYOL

  • DESDE LA GRADA CURVA.- EDUARDO FRANCESCOLI

Canarios y periquitos acudieron puntuales a su duelo en viernes con lo que parecían garras dispuestas para la batalla avícola: tras el parón liguero, los españolistas de Barcelona precisaban de una victoria que justifique una nómina de fichajes de escuadra europea, y los amarillos de tres puntos que le mantengan en el ático de la Liga. Tras una sucesión de picotazos sin heridas, de amagos sin huella, de revuelos y aleteos disuasores, periquitos y canarios pactaron el fin de la batalla incruenta, sin desplumarse.

TANA Y FUEFO – PIC EFE

El encontronazo aviar demostró sin embargo que el guion de esta UD Las Palmas, proclive por ADN a la sorpresa y la anarquía, comienza a ser preciso. Con el balón en los pies casi el 70 por ciento de los minutos, Las Palmas es temida a la vez que bien defendida, y el rival concede la humillación de dejar pasar el tiempo sin acariciar el esférico a cambio de no tener que acudir a la red a buscarlo, ni una sola vez. Sorprende ver a Las Palmas someter de esa forma a equipos como el Español, con jugadores de oficio, fiables, y con un punto de sofisticación, con una calidad demostrada en el remangarse y en la distinción: Gerard López, Reyes, Piatti, Leo Baptistao… y con uno de los mejores cancerberos de una competición fértil en ellos.

Pero Las Palmas no concede al rival, sea quien sea, más importancia que el trámite de tener que tener rival para divertirse, fiel a su liturgia. No es una deconsideración adolescente, sino una suerte de seguridad innata, que la lleva a dibujar el mismo vuelo alelante sea el Madrid, el Español o el Málaga: ya veremos cuando llegue el Barça. Para ese perfil estaban todas las piezas: Jonathan Viera volvió a inventar, en los momentos ideales, pases inexistentes con los que dejaba a sus compañeros sin compañía ante Diego López, seguro y de luto; Boateng buscaba la complicidad del Romario de La Feria, sin precisión; Livaja percutía, sin fortuna; Dani Castellano, Roque, Vicente, Tana….una columna vertebral eficiente, con Aythami y David García y Raúl atrás, ya serenado bajo los palos, a los que solo los entuertos del capitán, que resolvía sin ayuda, ponía en apuros.

Los periquitos, parapetados en su jaula, se encomendaron al contragolpe y a la vocación rococó de la delantera amarilla, incapaz de un disparo lejano o de un centro azaroso, siempre en la búsqueda de la jugada de billar certera, que no llegó. Hasta tres veces Kevin Prince tuvo en las botas el gol esquivo, pero tanto se ha empeñado Las Palmas en suavizar el carácter del crack a base de potajes, gofio, papas arrugás y miniños, que el germano-ghanés parece desprovisto ya del instinto golicida con que se cambian los partidos, con que se devora la gloria.

Sin desplumarse, Las Palmas sigue siendo uno de los líderes de la posesión, en búsqueda de un alma depredadora: ese instinto golicida del suburbio berlinés, de la pugna étnica croata, disuelta ahora en clipper de fresa.

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