EL NÚMERO DE FEDERADOS SE HA MULTIPLICADO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS Y ACTUALMENTE YA SUPERA LA CIFRA DE 400, GRACIAS A SU INTEGRACIÓN EN LOS PROGRAMAS DE LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN FÍSICA EN LOS CENTROS ESCOLARES Y A LA EFICACIA QUE PODRÍAN LOGRAR CON ÉL LOS GRUPOS DE RESCATE EN ACCIONES DESARROLLADAS EN TERRENOS DE DIFÍCIL ACCESO
El salto del pastor o brinco canario es una disciplina que parte de la cultura aborigen y que ha mantenido su arraigo gracias a la pericia de los pastores que a lo largo de los años han necesitado trasladarse de un sitio a otro por terrenos con grandes desniveles como barrancos y riscos en las diferentes islas del archipiélago, con el menor desgaste físico, para cuidar de sus rebaños. Actualmente, mantiene su fuerza gracias a la herencia familiar, a los distintos colectivos o jurrias que promueven su práctica en diferentes encuentros, y a labor de divulgación y formación de la Federación Canaria de Salto del Pastor.
Esta disciplina se convirtió en uno de los deportes autóctonos no competitivos de las islas al crearse su federación en 2001 con el objetivo de promover la creación de jurrias, continuar investigando y promover la enseñanza en torno a su práctica, que hasta el momento se producía en entornos familiares.
La creación de la Federación del Salto del Pastor Canario sumó en sus inicios a 117 saltadores, pero era algo que se venía trabajando años atrás, desde principios de los años noventa, cuando muchas voces se sumaron para trabajar juntas con el objetivo común de crear la institución, en un momento que se temía por la desaparición de esta disciplina, y se crearon las primeras jurrias y colectivos con el fin de propagar el legado de nuestros antepasados. Unas décadas antes, en los años 50, habían comenzado a ser expulsados de los montes los pastores de cabras, por la creación de los primeros Parques Nacionales en Canarias, y los ganados se fueron organizando en corrales y granjas.
En 2024, según datos publicados por la Federación, se cuenta ya con 408 federados, siendo el 40 por ciento mujeres, y casi una treintena de jurrias en las islas, lo que supone un crecimiento de casi un 250 por ciento desde su fundación y un gran incremento del interés por esta tradición que se trasladaba antes casi de padres a hijos.
Dorta, que lleva años saltando, ha pasado por varias jurrias y es uno de los que cuenta con más experiencia en la Chipeque, achaca el nuevo auge del salto del palo al interés del profesorado canario y de la Consejería de Educación, Formación Profesional, Actividad Física y Deportes de incluirlo como parte de sus programas formativos, y al valor añadido que han encontrado los grupos de rescate para realizar acciones en terrenos de difícil acceso cuando se produzcan pérdidas o desapariciones de personas, por ejemplo. “Son muchos los profesionales que están siguiendo cursos para aprender la disciplina, ya que de no conocer su técnica su práctica puede ser peligrosa, y la idea es irlo aplicando progresivamente ”, asegura.
Los aborígenes canarios desarrollaron esta habilidad, a la que recurrían en sus quehaceres diarios, con la ayuda de varas largas que trabajaban y pulían para que les permitiera el deslizamiento de manos. Además, lo terminaban en punta afilada para poderlo clavar, generando lo que se conoce hoy como poyetas, y a veces le añadían un asta de cabra o macho cabrío que, tras la conquista de las Islas Canarias, pasó a ser de metal. De los bastones que se utilizan hoy día, de entre 2,5 a 4 metros (según dificultad del terreno), explica Dorta, entre las maderas utilizadas para su elaboración su preferida es la de haya “porque es muy difícil que se parta”, aunque también se utilizan las de pino o riga.
La jornada finalizó con una cena degustación de platos de cocina tradicional canaria y un concierto acústico de la cantante herreña Claudia Álamo, una de las voces femeninas más influyentes de toda Canarias, que para la ocasión estuvo acompañada por el guitarrista venezolano afincado en las Islas, Danny G. Martínez.
Estas actividades formaron parte del programa de experiencias de la IX Owners Cup que, además del apoyo institucional del Ayuntamiento de Guía de Isora, contó con el patrocinio platinum de El Corte Inglés, El Gusto por el Vino, la promotora Stellanella y su estudio de interiorismo Black Lava y Banca March, así como del propio restaurante El Rancho.
Actualmente, hay alrededor de 400 familias con propiedades en Abama Resort Tenerife, que ofrece en sus 162 hectáreas de extensión una amplia oferta deportiva, gastronómica y de ocio, y cuyo programa de responsabilidad social corporativa y de sostenibilidad incluye acciones de conexión con la comunidad y cultura local.