JALÁ A LA UD LAS PALMAS

  • DESDE LA GRADA CURVA/UD LAS PALMAS 1- ATLÉTICO DE MADRID 5

  • VIERA  PUDO MAQUILLAR EL RESULTADO CON UN PENALTI QUE INTUYÓ OBLAK EN UNA NOCHE DE JALÁ PARA UD EN EL ESTADIO DE GRAN CANARIA

EDUARDO FRANCESCOLI

Será por la consabida presencia desde hace ahora 68 años del escudo del Atlético en la propia insignia de la Unión Deportiva que, cada vez que llega en las últimas temporadas el equipo de rayas rojas y blancas a la Isla, se le pone la alfombra encarnada, camino de la portería y de la goleada. Anoche no iba a ser distinto.

La UD regresó en partido oficial al Estadio de Gran Canaria. Y cuando decimos regresó, es que regresó. El mismo gusto por el trabajo a la vez artesano y manierista de medio campo hacia arriba, con un Jonathan Viera que obliga al equipo a adaptarse a su diapasón particular de reposos y arrancadas, de esperas y tirabuzones. Pero antes de que el otrora Romario pudiera blandir la batuta, Las Palmas ya había regresado, en solo cuatro minutos, a su particular versión de cobertura patrocinada por La Irlandesa, Evesol o cualquier mantequilla o margarina, incluidas marcas blancas, que prefieran.

Tan empeñada está la UD en distinguirse por su ataque vistoso y hedonista, que incumple un partido tras otro las nociones básicas que se les exige a los niños desde las escuelitas de fútbol. Nada reprochable a la elegancia de Lemos, a la entrega incombustible de Simón, ni a las incorporaciones de Bigas, todos ellos con la técnica y mentalidad necesarias para jugar en un equipo que hace de la exquisitez su razón de ser, si no fuera porque al minuto de partido se muestra incapaz, entre todos, de cerrar en el centro de la zaga el avance tozudo de Correa, o de meter el pie, en el minuto tres, para tratar de impedir el golpeo franco de Carrasco. Cuatro minutos, y Las Palmas ya pierde por cero a dos con uno de los equipos más rocosos del planeta. Como si nada hubiera cambiado.

El aviso positivo del desaguisado inicial es que la UD no se descompuso. La templanza de Márquez desde el banquillo, una apuesta que solo tendrá sentido si se le otorga paciencia y tiempo, tuvo su continuidad en un equipo que siguió confiando en su idilio con la pelota, en el placer de hacer mover con precisión el juguete que convierte un estadio en espectador masivo.

La UD de Boatengs y Davidgarcías – ahora Aquilanis y Fabios – no había cambiado de la que se despidió sorprendida de la anterior competición, desarbolada en la red, salvo en dos detalles que, si igualmente persiste la paciencia, permitirán doblegar a rivales más asequibles: arriba, Calleri es pura genética argentina para el balompié, competitivo y eficiente, el mejor defensa siendo un nueve, terco y concentrado, luchador y hambriento, mientras Fabio, como lugarteniente de Viera, es lo más parecido a Valerón en su vocación de convertir el fútbol en un juego sencillo, racional, con el pase adecuado en el momento adecuado al compañero adecuado, una muestra de simplicidad sabia que tanto cuesta apreciar hasta que no se consagra.

Fue esa respuesta cochinera – la de Fabio –  ante los colchoneros la que permitió a Viera centrarse en la búsqueda de los pasillos hacia la puerta de Oblak, que la UD solo encontró con una de las suertes que no suele manejar con tanta asiduidad: Momo encontró el rotring de su pierna izquierda en un centro preciso que Calleri, agradecido, convirtió en el primer gol de su etapa amarilla y de la temporada para la UD.

Superado el mazazo inicial, la UD se había recompuesto, y parecía incluso capaz de lograr las tablas con la escuadra de Simeone, si no fuera por que, una vez más, en este caso Bigas, concedió a los rojiblancos, en este caso Koke, una de esas dádivas impropias del fútbol profesional: más que un despeje fue un pase, más que una acción defensiva fue una muestra de caridad, el golpeo leve de Bigas justo hacia el centro del área para que, evidentemente, Resurrección resucitara la inapelable victoria de los atléticos.

De ahí hasta el final, la consumación de la jalá. Cada rebote, cada balón suelto, cada esférico dividido se convertía, al final, en una media chilena de Koke y en un toquecito a la escuadra de Thomas para confirmar que, puestos a castigar, los rojiblancos son el Marqués de Sade de la Liga Santander. Antes, la UD tuvo la oportunidad de maquillar el marcador con un penalti lanzado por Viera que intuyó Oblak. Daba lo mismo. Era noche de jalá.

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